“ ...una forma de asegurarnos de que ninguna emoción
desbocada dificultará nuestra relación...”
Aquí mi disertación con respecto a un párrafo del libro La
Inteligencia emocional, fragmento que copio al final de la reflexión, sobre
como lidiar con los sentimientos de tu pareja.
Para mí, lo más hermoso de una relación de pareja, de una
relación íntima, (algo que he predicado desde muy joven, y razón por la que
escogí el camino que escogí), es que lo que comparte la pareja –a diferencia de
una amistado u otro tipo de relación- es su forma de sentir, sentir lo mismo
entre ellos y hacia ellos, y muchas veces con respecto al mundo. Las ideas y
pensamientos podemos compartirlos con todos, pensamientos sociales e ideologías,
formas de pensar, técnicas, estudios formales e informales, es la información
de todos para todos. Las creencias las compartimos con unos cuantos,
experiencias de Dios de la vida, incluso razones en común para vivir y trabajar,
en iglesisas, empresas y organizaciones, luchar juntos por el mismo ideal.
Sin duda los pensamientos te definen, las creencias determinan
tu forma de actuar, pero lo que te hace verdaderamente único e irrepetible, tu
huella digital, tu ADN espiritual, es lo que sientes, eso tu y solo tu lo
sabes, nadie mas lo comparte, nadie mas puede sentirlo, te hace único en el
universo y también solitario. Es cuando sucede
la magia de la pareja, es ahí donde el universo esta diseñado en pares, existe
una manera de poder sentir lo que otra persona siente, el puente/el medio es en el amor de pareja, una empatía que
sucede a nivel espiritual.
Este canal bidireccional te permite saber cuándo tu pareja está
cansada, tiene hambre, esta enferma, inquieta, estresada, feliz, todo sin decir
una palabra.
El clímax de la comunicación no hablada, sin duda es hacer
el amor, donde toda la danza puede transcurrir entre miradas, caricias, gemidos
y respiraciones, a veces hasta con la luz apagada, el conocimiento perfecto de
donde esta el otro o la otra, la entrega total del cuerpo y del alma (por eso
la recomendación de no bajar el encuentro sexual a solo físico, por todo lo que
se pierde en el camino, pero ese es tema de otro post).
El reto de la inteligencia emocional es, como además de
lidiar con los propios sentimientos, convivir también con los de la pareja. Sin
duda es muy importante el control de uno mismo, no dejar que los factores
externos definan como comportarse en pareja, el que dirán, lo que es bien
visto, si ella o el no te conviene, porque tiene o no tiene dinero. Además de
las buenas o malas recomendaciones de los amigos o familia, hay que sumar a la ecuación
la carga emocional de cada día, el estrés del trabajo o de los niños, la presión,
los sentimientos productos de la convivencia con otras personas desde el tráfico,
hasta con aquellos que convives 8 horas laborales, etc. Si después de todo esto
tan intenso aún puedes llegar a casa y vera tu pareja siendo una persona
centrada, ordenada, equilibrada, ya eres un experto en el autoconocimiento y en
la madurez emocional. Pero la ecuación no termina ahí, de echo ese es el punto
mas difícil, encontrarte con el otro, y descubrir una persona descompuesta,
alterada, ausente, irascible o incluso molesta. Teniendo desarrollados y
abiertos los canales de comunicación afectiva, se recibe de golpe un choque
emocional, un conocimiento instantáneo de lo experimentó el otro, pero no hay
una explicación lógica, al menos de entrada, como conservar la calma ante este
mundo de emociones. Sin duda La diferencia radica entre culpar al otro y
comprender al otro. Culpar al otro por
ser como es, por sentir, por estar vivo, o comprender, ser empático, asumir que
aunque los sientas, no son esos sus
sentimientos hacia ti. Salir de nuestros egoísmos, abandonar nuestra propia
carga emocional para dar cabida a los de la pareja, tener compasión, renunciar a uno mismo para dejar que el otro
se manifieste, aunque no nos resulte placentero, ayudar a lidiar y
compartir la carga emocional, pero sobre todo, no salir dañado, menguado o
disminuido.
El entendimiento de que su momento no define lo que siente
por ti, no cambia su compromiso, por el contrario, lo fortalece. Lo difícil es
que en ese instante de apertura emocional es donde se escuchan las palabras que
mas hieren, producto de la frustración, del miedo, de la necesidad del otro, de
ser reconocido, comprendido, amado. Hay que tener bases fuertes de la relación
para soportar la tormenta, y saber que hay cosas que por ningún motivo se deben
de decir en un momento de ofuscación, porque hay palabras –como los golpes- de
las que no hay regreso.
El maestro en la inteligencia emocional, es aquel, que va
mas allá del manejo de los sentimientos de uno mismo, y puede además manejar los
del otro, poder lidiar de una manera sana con los encuentros tóxicos y sacar lo
mejor de los nutritivos, porque sin duda habrá, como en todas las parejas, un
tanto de los dos.
Inteligencia emocional, Daniel Goleman p. 76, LA EXPRESIVIDAD
Y EL CONTAGIO EMOCIONAL,
“…En cada relación subyace un intercambio subterráneo de
estados de ánimo que nos lleva a percibir algunos encuentros como tóxicos y
otros, en cambio, como nutritivos. Este intercambio emocional suele discurrir a
un nivel tan sutil e imperceptible que la forma en que un vendedor le dé las
gracias puede hacerle sentir ignorado, resentido o auténticamente bienvenido y
valorado. Nosotros percibimos los sentimientos de los demás como si se tratase
de una especie de virus social. En cada encuentro que sostenemos emitimos
señales emocionales y esas señales afectan a las personas que nos rodean.
Cuanto más diestros somos socialmente, más control tenemos sobre las señales
que emitimos; a fin de cuentas, las reglas de urbanidad son una forma de
asegurarnos de que ninguna emoción desbocada dificultará nuestra relación
(una regla social que, cuando afecta a las relaciones intimas, resulta
sofocante). La inteligencia emocional incluye el dominio de este intercambio;
«popular» y «encantador» son términos con los que solemos referirnos a las
personas con quienes nos agrada estar porque sus habilidades emocionales nos
hacen sentir bien. Las personas que son capaces de ayudar a los demás
constituyen una mercancía social especialmente valiosa, son las personas a
quienes nos dirigimos cuando tenemos una gran necesidad emocional puesto que,
lo queramos o no, cada uno de nosotros forma parte del equipo de herramientas
de transformación emocional con que cuentan los demás…”
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